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La pieza que falta

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STRAFACCE Ficha Técnica:

Gerardo y Mercedes
Ricardo Strafacce
Editorial Wu Wei, 2013.
134 páginas

por Natalia Gauna

Gerardo y Mercedes de Ricardo Strafacce es un mar de dudas desde su narración confusa a su forma desacartonada que deviene en una no forma. Ni género ni estilo ¿es un ensayo de una novela que podría ser? Una especie de borrador plagado de buenas ideas -intenciones- que no se solidifican en las 134 páginas de este libro. Sin embargo, la lectura del mismo no resulta por completo desencantadora ya que existe un devenir dramático que lleva a pasar de página, una trama que produce cierta intriga y una acción que no se detiene encarnada en una serie de personajes con atisbos de lúcidez y de carácter definidos. Si bien, no llegan a  ser lo que podrían presumen interesantes.

Esta novela genera ese estar expectante que hace suponer que en la próxima página llegará algo superador y esa, es la razón que lleva a continuar la lectura. Pero ¿cómo se llega a las últimas páginas, sin abandonarlo? Gerardo y Mercedes es como una de esas tantas películas que uno mira esperando que pase algo y, al final, la nada. No se abandona por esa buena idea -intención- que se cuela entre líneas y que se alcanza a divisar y que, por ende, sostiene la lectura.

Un matrimonio mediocre, con pocas aspiraciones y un tanto convenido, terceros en discordia y un hijo que llega en un mal momento es, en principio, una fórmula interesante. A esta micro historia se suma una macro, la del mundo laboral. La venta en las oficinas de lencería, la debacle empresarial, una industria textil prominente sucunbida por la crisis y el ansias de progreso de cierta clase media trabajadora. El entrecruzamiento de todos estos factores es la posibilidad de surgimiento de un relato contundente que, finalmente, no resulta más que eso, mera posibilidad.

Strafacce apuesta a un lenguaje coloquial, directo, sin giros literario que resulta acertado en pos de ese humor ácido que intenta alcanzar. La novela amerita que el peso de las palabras se halle en el significado. Una especie de formas borradas para dar cuenta de cierta brutalidad y crueldad que se teje en la historia.

“Cuando la empleada doméstica, portando a Gofieguito, rumbo al supermercado la siguieron de cerca. La mañana se ponía cada vez más linda. El sol brillaba enloquecido, como si supiera lo que estaba por ocurrir, pero una brisa tranquila que mecía la copa de los árboles ni poco ni mucho -lo justo- atenuaba los rigores plateros del Astro Rey. Las condiciones climáticas, en fin, parecían las ideales para que un padre (Bocardi) y una madre (Mecha) se reencontraran con su hijo (Gofi)”.

El autor busca contar sin adornar el discurso a riesgo de caer casi en la obviedad recursiva que termina por decir más de lo que debería.  Pero, este lenguaje coloquial esconde otras razones ya que en esta novela hay una atmósfera de época. No podría transcurrir en cualquier momento de la historia, es en las postrimerías de la década del ‘80 y en una democracia argentina recuperada que estos personajes tienen sentido, referentes de una clase media que mira hacia al futuro. Las menciones de personajes de la historia reciente, figuras faranduleras como Susana Giménez, reafirman este matiz de época. Al igual que la tapa del libro en la que la combinación de colores, la tipografía y el dibujo de una pareja en una oficina típicamente ochentosa cierra este inevitable anclaje histórico-temporal.

Gerardo y Mercedes se define como potencialidad. Un borrador en avance de una novela que se está gestando porque hay una historia que contar. ¿Qué falla? El cómo ¿Qué falta? El encuentro con la narración, leer el resultado de un proceso y no su ensayo.  

 



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